Sostengo que esta ciudad es la única del mundo que cada año se
inventa al menos media docena de "tradiciones seculares"
En esta puñetera y dual Sevilla hay una
suprema contradicción que nunca me he explicado y que necesitaríamos quizás un
congreso de Sociología Urbana y otro de Antropología Social para poder saberlo.
No creo que en el mundo haya otra ciudad que simultáneamente sea tan
tradicional y tan novelera. Tanto, que ha inventado algo único en el globo
terráqueo: el estreno dentro de la tradición. Cuando yo era chaval, las
cofradías competían por llevar al Salón Colón las más preciadas prendas para la
llamada "Exposición de Estrenos" de enseres artísticos procesionales.
Por la vanidad, gran motor de Sevilla, de llevar a esa exposición piezas
asombrantes fueron desechados pasos históricos o palios centenarios que ahora
tenemos que buscar en Jerez o en Cádiz. La misma Semana Santa, fiesta
tradicional donde las haya, arranca con este concepto. Dentro de la tradición,
el estreno. ¿Qué es, sino eso, el refrán sevillano: "El Domingo de Ramos,
el que no estrena, no tiene manos"? Ese día, en esa mañana única de palmas
y cintitas de visitas a los templos de donde a la tarde habrán de salir
cofradías, Sevilla estrena la novelería de la propia Semana Santa como si nunca
la hubiera vivido, que dijo Antonio Núñez Herrera.
Y Sevilla estrena también tradiciones
inventadas. Sostengo que esta ciudad es la única del mundo que cada año se
inventa al menos media docena de "tradiciones seculares". Me acuso,
Padre Hércules, de haber sido colaborador necesario del excelentísimo señor
tabernero don Rogelio Gómez Trifón para perpetrar la invención de los
"Laudes a la Pura y Limpia", el "Todo el mundo en general"
tocado por la Banda del Sol en honor de la Inmaculada en su capillita del
Postigo, el día 8, a las 12 de la mañana. El año que Rogelio se invento los
Laudes estaba tocando la banda en el Arco del Postigo y, en la bulla, una
vecina le preguntaba a otra qué era aquello. A lo que respondió, confundiéndolo
con las Lágrimas de San Pedro:
–Esto es una costumbre antiquísima que
había aquí en el barrio y que se había olvidado, y que gracias al niño de
Trifón la han vuelto a hacer...
¡Qué alegría había en la novelería de una
"tradición" más falsa que el título del Marques de las Cabriolas! Veo
ahora que se acaba de celebrar otra "tradición" inventada ayer por la
mañana: la ceremonia de colocación del primer tubo de la portada de Feria.
Portada de Feria que me confirma mi teoría de las novelerías en las tradiciones
sevillanas. Si el Domingo de Ramos quien no estrena no tiene manos, en una
fiesta más que sesquicentenatria cual la Feria, si el Lunes del Pescao Frito no
se inaugura, con el alumbrado, una nueva portada, no hay manos para tocar las
palmas por sevillanas. En las fiestas de los pueblos hay que estrenar ropa
nueva y en la Feria de este pueblo grande que gracias a Dios sigue siendo
Sevilla se debe estrenar la tradicional novelería de una portada nueva cada
año. ¿Por qué una portada de Feria nueva cada año, que cuesta además un congo,
461.561 euros la de 2015, o sea, más de 75 millones de pesetas? Nunca me he
explicado por qué no dejan la misma portada de un año para otro. Portada que no
sé si saben que tiene su origen en el derribo de las puertas y murallas. La
portada de la Feria era una puerta del recinto amurallado, la Puerta Nueva, que
estaba al final de la calle San Fernando y sale en las pinturas populares de
majos. Tras el derribo de esa puerta, como su evocación, se hizo la portada:
dos palos de Corpus y unos arcos de luminarias. Que cada vez se fue complicando
más, hasta la arquitectura efímera de hoy. En la ciudad tradicional que en su callejero
popular sigue conservando la memoria de las puertas derribadas hace siglo y
medio, y un amigo te cita en la Puerta Carmona, las portadas de la novelería de
las fiestas. No sólo la de Feria. ¿Y las del Corpus? ¿No se podrían poner
siempre las mismas, y nos ahorrábamos un dinero en tiempo de crisis? No, padre.
Sevilla es así. Parece que Sevilla necesitara una novelería cada año, un
estreno, para afirmarse en sus tradiciones. Pues por mí que no quede: alzo mi
copa para celebrar el primer tubo de la portada de Feria. Lo hago desde la
mismísima Puerta Nueva: en Oriza.
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