jueves, 17 de diciembre de 2015

Navidad no hay más que una




 Como la madre de Pepe Pinto, Navidad no hay más que una, y yo me la encontré en Belén, mientras nacía el Hijo de la Esperanza Macarena.

Es costumbre de estas fechas hacer campañas benéficas para ayudar a los necesitados. Fiel a la moda de lo "solidario" que da la razón a los campanilleros ("porque en esta tierra ya no hay caridad"), yo todos los años monto una especial campaña de Navidad, para ayudar a un necesitado: el castellano. El español no sólo está necesitado de ayuda en Cataluña, sino en toda tierra de esa Patria donde los separatistas quieren coger el Juan Najela de Levante, que decía mi maestro El Beni. Mi campaña de Navidad, año tras año, consiste en algo muy singular. Porque se trata del número gramatical, del singular de Navidad. Mi campaña consiste en hacer ver al personal que en español se dice Navidad, en singular, porque, como la madre de Pepe Pinto, Navidad no hay más que una, y yo me la encontré en Belén, mientras nacía el Hijo de la Esperanza Macarena, que es El que luego vemos andar, hecho ya un Hombre, en la Madrugada. Cuando me dicen eso de "Felices Navidades", pregunto con todo descaro pedagógico:

– ¿Ah, pero hay más de una Navidad?

– No, sólo una. Menos mal, menudo coñazo...

– ¿Pues por qué entonces pones en plural algo tan singular y dices "Navidades" en vez de "Navidad"?

Se me quedan que no saben qué responder, y se lo explico. Esto de las "Navidades" es una mala traducción literal de la cultura del Imperio que ahora vuelve a echarle Coca Cola al ron cubano: la mala e imitativa castellanización del "Christmas" de los americanos, contra la esencia de nuestra lengua. Si será bonito este singular nuestro, que Navidad viene del latino "Nativitas", por la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Decir Navidad es como decir Nacimiento, que es como en Sevilla se le ha llamado siempre al belén. Dice el DRAE que la Navidad es el "tiempo inmediato a este día, hasta la festividad de Reyes", y no admite más plural que el que se refiere a la Navidad de más de un año: "Pepe tiene muchas Navidades encima".

Y mi campaña de Navidad en singular, por el mismo precio, incluye también la defensa de las Pascuas. Si quieren ustedes un plural por la ese final del Christmas de Frank Sinatra, ¿cuál más bello que el "Felices Pascuas" de toda la vida? Que es multiusos para todas estas fiestas. El DRAE nos dice que la Pascua es el "tiempo desde la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo hasta el día de Reyes inclusive". Las Pascuas son todas las fiestas religiosas de estos días, y, por asimilación, la celebración civil de Nochevieja y Año Nuevo. Porque como quiera que la Pascua es la "fiesta solemne de la Resurrección del Señor" y también "cualquiera de las solemnidades del nacimiento de Cristo, del reconocimiento y adoración de los Reyes Magos y de la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio apostólico", pues resulta que las tenemos a pares y enchampeladas: Pascua de Navidad y Pascua de Reyes. Y a las dos hacemos referencia cuando deseamos, a la antigua usanza, "Felices Pascuas", que son, a saber: feliz Pascua de Navidad y feliz Pascua de Reyes, que era cuando antiguamente se felicitaba al Rey y cuando algunos monárquicos por razones estéticas que vamos por el plan antiguo solemos seguir haciendo, maguer hayan disfrazado el día como Pascua Militar.

No quiero hacer la Pascua, ni militar ni civil, a nadie, pero ahí queda al menos esta siembra de inquietud sobre lo mal que usamos la lengua española y la influencia tan nociva que ejerce, en esto como en tantas cosas, la cultura americana de la que somos colonia. No colonia del frasco que anuncian por televisión y que nos regalan por la Pascua de Reyes, sino colonia del Imperio Americano como antes lo éramos del Imperio Romano. Desde la memoria de ese Imperio donde nació El que un día de abril escoltará la Centuria Romana y será acompañado por su Madre, la Esparanza, llorándolo con cinco lágrimas de plata como cinco mariquillas, deseo a todos Felices Pascuas de Navidad y Reyes, al modo de antañona tarjeta de aguilando del cartero o del barrendero.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Puertas y portadas


 
 Sostengo que esta ciudad es la única del mundo que cada año se inventa al menos media docena de "tradiciones seculares"

En esta puñetera y dual Sevilla hay una suprema contradicción que nunca me he explicado y que necesitaríamos quizás un congreso de Sociología Urbana y otro de Antropología Social para poder saberlo. No creo que en el mundo haya otra ciudad que simultáneamente sea tan tradicional y tan novelera. Tanto, que ha inventado algo único en el globo terráqueo: el estreno dentro de la tradición. Cuando yo era chaval, las cofradías competían por llevar al Salón Colón las más preciadas prendas para la llamada "Exposición de Estrenos" de enseres artísticos procesionales. Por la vanidad, gran motor de Sevilla, de llevar a esa exposición piezas asombrantes fueron desechados pasos históricos o palios centenarios que ahora tenemos que buscar en Jerez o en Cádiz. La misma Semana Santa, fiesta tradicional donde las haya, arranca con este concepto. Dentro de la tradición, el estreno. ¿Qué es, sino eso, el refrán sevillano: "El Domingo de Ramos, el que no estrena, no tiene manos"? Ese día, en esa mañana única de palmas y cintitas de visitas a los templos de donde a la tarde habrán de salir cofradías, Sevilla estrena la novelería de la propia Semana Santa como si nunca la hubiera vivido, que dijo Antonio Núñez Herrera.

Y Sevilla estrena también tradiciones inventadas. Sostengo que esta ciudad es la única del mundo que cada año se inventa al menos media docena de "tradiciones seculares". Me acuso, Padre Hércules, de haber sido colaborador necesario del excelentísimo señor tabernero don Rogelio Gómez Trifón para perpetrar la invención de los "Laudes a la Pura y Limpia", el "Todo el mundo en general" tocado por la Banda del Sol en honor de la Inmaculada en su capillita del Postigo, el día 8, a las 12 de la mañana. El año que Rogelio se invento los Laudes estaba tocando la banda en el Arco del Postigo y, en la bulla, una vecina le preguntaba a otra qué era aquello. A lo que respondió, confundiéndolo con las Lágrimas de San Pedro:

–Esto es una costumbre antiquísima que había aquí en el barrio y que se había olvidado, y que gracias al niño de Trifón la han vuelto a hacer...

¡Qué alegría había en la novelería de una "tradición" más falsa que el título del Marques de las Cabriolas! Veo ahora que se acaba de celebrar otra "tradición" inventada ayer por la mañana: la ceremonia de colocación del primer tubo de la portada de Feria. Portada de Feria que me confirma mi teoría de las novelerías en las tradiciones sevillanas. Si el Domingo de Ramos quien no estrena no tiene manos, en una fiesta más que sesquicentenatria cual la Feria, si el Lunes del Pescao Frito no se inaugura, con el alumbrado, una nueva portada, no hay manos para tocar las palmas por sevillanas. En las fiestas de los pueblos hay que estrenar ropa nueva y en la Feria de este pueblo grande que gracias a Dios sigue siendo Sevilla se debe estrenar la tradicional novelería de una portada nueva cada año. ¿Por qué una portada de Feria nueva cada año, que cuesta además un congo, 461.561 euros la de 2015, o sea, más de 75 millones de pesetas? Nunca me he explicado por qué no dejan la misma portada de un año para otro. Portada que no sé si saben que tiene su origen en el derribo de las puertas y murallas. La portada de la Feria era una puerta del recinto amurallado, la Puerta Nueva, que estaba al final de la calle San Fernando y sale en las pinturas populares de majos. Tras el derribo de esa puerta, como su evocación, se hizo la portada: dos palos de Corpus y unos arcos de luminarias. Que cada vez se fue complicando más, hasta la arquitectura efímera de hoy. En la ciudad tradicional que en su callejero popular sigue conservando la memoria de las puertas derribadas hace siglo y medio, y un amigo te cita en la Puerta Carmona, las portadas de la novelería de las fiestas. No sólo la de Feria. ¿Y las del Corpus? ¿No se podrían poner siempre las mismas, y nos ahorrábamos un dinero en tiempo de crisis? No, padre. Sevilla es así. Parece que Sevilla necesitara una novelería cada año, un estreno, para afirmarse en sus tradiciones. Pues por mí que no quede: alzo mi copa para celebrar el primer tubo de la portada de Feria. Lo hago desde la mismísima Puerta Nueva: en Oriza.