En el ecosistema
sevillano, de flora y fauna riquísimas, junto al nardo de agosto y a la
magnolia de mayo, al vencejo torero del Arenal y a la panarra de la Giralda,
destaca una interesante especie autóctona: el Gorrón de Feria, «Gorronis
Ferialis Hispalensis» según Linneo.
El Gorrón de Feria tiene
vistoso plumaje de O´Kean o Ibáñez (con bolsillito oblicuo de cerillera) en sus
individuos más desarrollados, y su famoso y característico pescuezo suele estar
rodeado por corbata de seda tela güena. El Gorrón aparece por Sevilla en cuanto
se oyen palillos y cascabeles, especialmente al lado del humedal del Náutico,
en una pajarera que llaman Los Remedios. Allí hace sus nidos itinerantes en
diversos habitáculos cubiertos por unas lonas listadas en rojo y en verde, y
dedícase a ir de unos a otros, en busca de alimento. ¿Qué alimentos? El
profesor J.B.John Walker, que en colaboración con el doctor Beefeater analizó a
fondo el Gorrón para la Universidad de Oxford en su estudio «Sevilians Gorrons
of April Fair», realizado sobre 45.968 individuos de esta especie aparecidos
entre 1992 y 2005, determina que el alimento preferido de este clásico colado
de la fauna hispalense es el jamón. En el que es especialista hasta tal punto
que desprecia las bandejas de ibérico de recebo, mientras se tira dispuesto a
comerse el manso ante cualquier media ración de serrano de bellota que pase por
las cercanías de su hábitat.
Hay un hecho sorprendente
que suele pasar inadvertido: son los machos de Gorrón los que más destacan en
un hábitat dominado por la exhibición de hembras de otras especies caseteras,
con sus plumajes de volantes y sus nocturnos mantones de Manila. Aunque la
Gorrona Hembra existe, y a veces se la ve incluso con sus polluelos,
hartándolos de bistés empanados donde los hubiere y pidiendo para ellos fantas
fresquitas, es empero el Gorrón Macho y Solterón el que destaca en el abril
sevillano, siempre colado. En sus especies más puras, de individuos que suelen
tener largos e ilustres apellidos y salen retratados en el ABC, el Gorrón se
caracteriza por su gañote, que de tanto usarlo tiene muy desarrollado. Razón
por la cual los clásicos porteros de Pineda lo llamaban antaño con la
denominación tradicional de «gañote colado en la caseta».
Aparte de su preferencia
por el jamón serrano, el Gorrón también se caracteriza por su avidez prensil a
la hora en que el dueño nuevo rico tira la caseta por la ventana y empiezan a
salir de la trastienda esas fuentes de gambas, cigalas y langostinos. El Gorrón
muestra entonces una natural e innata atracción por éstas que llamar suele
«pinceladas», de las que se pone púo, con la habilidad, además, de que, ora al
aguardo, ora al ojeo, siempre le echa mano a la cigala de más cargado tronco y
con coral. El Gorrón debe de tener un reloj biológico que le marca la hora en
que sacan el marisco, pues nunca faltan al menos tres buenos ejemplares de la
especie cuando aparecen las dichas bandejas. Para sus desplazamientos feriales,
el Gorrón tiene una natural predisposición para montarse sin que nadie lo
invite en los mejores coches de caballos, junto a las más importantes señoras,
en demérito de los respectivos maromos, a los que dejar suele en el
ahí-te-pudras del asiento posterior destinado a los antiguos lacayos.
Con la meteorología
adversa de este año, algunos han temido por la continuidad del Gorrón, pues,
suspendidas las corridas, tampoco ha tenido oportunidad de mangar las dos
barreras para los toros que nadie quería en la caseta a las cinco y media de la
tarde. Tales temores son infundados. Llueva o ventee, el Gorrón es especie que
no corre el menor riesgo de extinción, ya que toda la Feria es un inmenso
Doñana que a modo de reserva natural asegura su conservación, pues se ven ya
jóvenes ejemplares de 18 o 20 años que compiten con el Gorrón Puretón a la hora
de pedir un güisqui en vez de rebujito. No hay, sin embargo, que confundir al
Gorrón Sevillano con el Gorrón Forastero, o Gorrón de Ave y Hola, especie no
autóctona, tan prolífica y abundante ya desgraciadamente como la tórtola turca,
invasión anual que es la verdadera amenaza para el equilibrio del ecosistema
ferial y que, Dios mediante, explicaremos mañana en nuestra siguiente Lección
de Zoología del Mangazo